Sobre influencers y el ajedrez
Me ha dado curiosidad el fenómeno de los influencers, en particular aquellos que hablan de su experiencia de vida en el emprendimiento como guía espiritual para otros.
Son aquellos que día a día salen en redes con reveladores y llamativos posts en LinkedIn, emitiendo juicios de valor, anunciando descubrimientos, detallando innovaciones en gerencia o emprendimiento, pasando por guías de cómo ellos viven sus días: cuántas horas se ejercitan, cuántas duermen, cómo mantienen el balance trabajo-familia, cuántas horas trabajan, cómo se alimentan y cómo todo esto contribuye a su éxito como empresarios.
Lo más curioso es ver el fenómeno de masificación en vivo. Ver cómo hordas de seguidores confirman y agradecen esos juicios de valor, esos consejos, esas guías y pasos; cómo se ven inspirados por una lista de párrafos y, al unísono, reaccionan en histeria.
Es curioso ver cómo los influencers son cuidadosos en el uso de palabras. Son bien elegidas, conscientemente seleccionadas para que el efecto de ellas evite al máximo el signaling sin lograrlo. Una disfrazada humildad con tufo de vanidad intelectual e inseguridad.
Sobre el juego de ajedrez
Hay tres dominios del conocimiento que me han ayudado muchísimo en mi vida profesional: diseño orientado a dominios, ciencia de la complejidad y teoría de categorías.
En los últimos años, una de las herramientas más potentes que he intensamente utilizado son los mapas de Wardley. Es la herramienta que cambió mi forma de hablar con otros sobre estrategia.
En el primer capítulo de los posts de Wardley hay una sección que copio literalmente acá. No obstante, recomiendo enormemente la lectura de todos los capítulos:
“Gurus will write books on the Secrets of the Queen and people will copy the moves of successful players. People will convince themselves that they know what they’re doing and the importance of action — you can’t win without pressing a character! All sorts of superstition will develop.
Now imagine you’re playing against someone who can see something truly remarkable — the board. In this game, you will move Pawn(w), the opponent will counter Pawn(b), you will move again Pawn(w), they will counter Queen(b) and you will have lost.”
Durante este capítulo Wardley busca explicar cómo cuando él leía libros de gurús en estrategia empresarial se sentía como una narración de “mire, yo hice esto y esto en la estrategia de la empresa y ¡bum!, tuve éxito”. Como si la superstición de un mito o leyenda fuera transmitida de manera oral de estratega a estratega.
Entonces, Wardley procedía a analizar qué pasaría si él hiciera lo mismo en la empresa que estaba liderando. ¿Lograría el mismo “bum”?
“Es que según la estrategia del océano azul se debe encontrar un mercado nuevo y sin competencia. ¡A por él, mi equipo! — Ah, es que soy mucho estratega para esta empresa”.
Así mismo pasa si uno jugara al ajedrez sin conocer el tablero o sin conocer cómo se mueven las fichas en él. Es como si estos gurús explicaran “mire, yo moví esta pieza de aquí para allá y ¡kabum! ¡jaque mate!”.
Un ejemplo (casi) caricaturesco:
“Es que yo he encontrado que reclutar personas es mejor si lo hago en la mañana, es que a esa hora tengo una mejor actitud y mente abierta después de haber meditado como todos los días a las 5 a. m., después de haber hecho un cleansing inbox 0”.
De esa manera, salen en redes los estrategia-gerencia-talento humano-emprendimiento influencers inundando las redes sociales de sus grandes descubrimientos, de esos movimientos en unas fichas que les fueron útiles, dando a entender que si los demás lo hacen van a ser quizás tan exitosos como ellos. Lo más hilarante es que cierran con frases como “solo lo comparto por si a alguien le sirve”.
Lo que ellos callan es, quizás, que ese movimiento de esa ficha de ajedrez, esa “innovación”, solo les aplica a ellos en sus contextos, en sus grupos de trabajo, en sus tableros. Nada garantiza o permite asegurar que le vaya a servir a sus seguidores. No obstante, los seguidores vitorean sus hazañas y rezan sus mantras.
Reflexión final
Regresando al ejemplo de los libros de gerencia y estrategia de reconocidos expertos y gurús, ¿qué garantiza que lo que ellos dictan en sus libros le sirva a otra empresa? Siempre ponen como evidencia los casos de éxito de sus designios en sus libros, pero ¿todas las empresas son iguales?
Quizás, así como para ellos, para los influencers no solo se trata de vender/venderse/venderte, sino además de compartir un hallazgo o su (humilde) camino de aprendizaje. Quizás todas sean buenas intenciones. Pero de buenas intenciones también está hecho el camino al infierno.
La generación de valor esperada de sus extensas y celebradas hazañas está restringida por principios de los sistemas complejos. Cada empresa, cada startup es un sistema complejo diferente, tanto en contexto como en componentes. Así mismo, todos somos diferentes, tenemos contextos diferentes, medios y habilidades diferentes. Que un influencer del mundo del emprendimiento pontifique no implica que sea cierto, útil, comprobado, verificado por un par o siquiera sensato. Puede ser hasta una falacia lógica. Es, muy seguramente, una bonita experiencia, como una foto en Instagram de una persona en un remoto paraje: gracias por compartir, pero no soy yo ni es mi vida.
Que lo veamos desde el punto de vista de los sistemas complejos me permite explicar que los mecanismos de retroalimentación del contexto al sistema son diferentes. Lo que conforma la esencia de ese sistema es único: desde su cultura, las personas que la habitan, las decisiones que toman, el momento en que las toman, las razones por las que toman esas decisiones, los equipos que ejecutan esas decisiones, el producto, etc.
Lo que le sirve al emprendimiento con CEO hipermadrugador, ultrafit, exitoso y superinfluencer no implica que le sirva a otro emprendimiento. O a su equipo. Dudo que siquiera le sirva como inspiración.
Me cuestiono si estos influencers saben qué están haciendo… ¿qué queda? El bonito ejercicio de la experimentación continua y el aprendizaje contextualizado.
¿Deberíamos entonces no compartir nuestro camino y nuestros aprendizajes con el propósito de vender o vendernos? No sé. Solo sé que en al final de la historia de la humanidad, en donde estamos encerrados entre las restricciones de la sociedad del consumo, donde el valor de lo real o de los objetos fue reemplazado por las no-cosas, tiene más sentido el ejercicio de investigar como placer y ocio, donde nos demos cada quien la oportunidad de aprender despacio, de equivocarnos con pausa, de desarrollar un criterio dejando a un lado la nociva masificación de la que estamos siendo sujetos.
Quizás sea criterio lo que adolecemos, pero anestesiados por los algoritmos y la sobredosis de dopamina que generan las redes con sus cámaras de eco, dudo que podamos (re)encontrar el sentido de asombro que nos hace humanos.