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Sobre la Internet como bosque oscuro

The dark forest hypothesis is the conjecture that many alien civilizations exist throughout the universe, but they are both silent and hostile, maintaining their undetectability by humanity for fear of being destroyed by another hostile and undetected civilization.

Wikipedia, https://en.wikipedia.org/wiki/Dark_forest_hypothesis

La trivalización de la generación de contenido vía modelos de inferencia y la constante regulación de los grandes centralizadores de contenido lleva a una diáspora de comunidades cerradas para ¨solo humanos¨ que, para evitar censuras, control y garantizar calidad y veracidad del contenido generado, apuesta a la confianza construida a partir de los restrictivos procesos de admisión, moderación, y reconocimiento en su comunidad.

Son comunidades pequeñas con foco a a sobrevivir la regulación de los gobiernos y de contenido de nicho. Ejemplos como el de Unstable Diffusion, las decenas de bulletin boards en Tor, las redes de piratería en IPFS, las centenas de chat en Telegram o Discord, forman una galaxiaHay otras más incluso más interesantes como nostr, gopher o i2p que crecen en popularidad. de pequeñas comunidades que prefieren pasar desapercibidas, pues entre menos conocidas o localizables sean, mayor es su probabilidad de prosperar.

En ellas puede uno encontrar desde papers academicos hasta pornografía. Dependiendo del contenido que intercambian, los procesos de admisión pueden requerir verificación del capital social construido en redes públicas. Otras requiren pagar importantes sumas en crypto para acceder.

Se vuelve entonces en la mayoría de los casos, la red visible el mecanismo de construcción de identidad que permite acceder a alguna instancia dentro de ese bosque oscuro lleno de tesoros para muchos y $$$ para otros.

Ha sido demostrado que el valor de una red depende, entre otros, del número de nodos productivos, la densidad de sus conexiones y su resilencia. Mantener un número de usuarios activos, productivos, densamente relacionados valoriza la red. Eso implica que tener nuevos usuarios se vuelve relevante para su superviviencia, lo cual deben balancear con lo fácil o difícil que es hacerse pasar por un usuario con interés legítimo.

Estas comunidades del bosque oscuro demuestran un mejor control de contenido no deseado, de generación de contenido valioso, de moderación y, curiosamente, la inexitencia de publicidad. Solo vale el capital social acumulado a través de la generación de valor, que acerca a estos sistemas a mecanismos casi ideales de meritocracia.

Otra característica interesante es que deben mantener un tamaño pequeño (para la escala de Internet) pues su tamaño va también en contra de su supervivencia. Quizás sea consecuencia de nuestra limitaciones evolutivas para construir relaciones de confianza (Número de Dunbar). Puede ser también consecuencia de la natural degradacion de los sistemas (West,2018).

No obstante, se me hace interesante reflexionar sobre qué pueden aprender las organizaciónes productivas y publicamente reguladas de estas comunidades que demuestran una resilencia absoluta.

No recuerdo cuántas veces he leído durante los últimos 20 años que grandes firmas de abogados, en concierto con los gobiernos y patrocinados por grandes capitales privados, han prometido acabar con la piratería en Internet.

La descentralización, la autonomía, la motivación intrinseca, la libertad que estás comunidades le permiten a sus miembros llevan a que su superviviencia casi que esté garantizada. Mientras hayan miembros, la tecnología, los procesos, las herramientas, las regulaciones y los gobiernos son lo de menos.

Me hace también reflexionar sobre las ¨comunidades” dentro de las empresas que nacen desde el entusiasmo de unos pocos y en la gran mayoría de los casos, mueren con los mismos miembros a la vuelta de unos meses. Quizás su superviviencia depende de la motivación extrinseca de un bono o de un reconocimiento que solo aplica en el contexto de su organización que, a veces, permea la personal sí solo sí sus interéses particulares están orientados a esa zanahoria como logro personal.

Mi hipótesis es que estas pequeñas comunidades se volverán nuestro lugar común en Internet. Una comunidad por círculo social o interés, habilitado por tecnologías descentralizadas, privadas, seguras y cerradas, donde una suerte de “voz a voz” digital se volverá el mecanismo de invitación fundamental, creando así una nueva versión de Internet que acogerá de mejor manera la condición humana y cómo nos relacionamos.

Una particularidad puede llegar a ser que estas nuevas pequeñas comunidades tendrán criterios de “localidad” que no estarán necesariamente atadas a definiciones geofráficas, culturales (de hecho, crean valores culturales propios) o de idioma. Inclusive, me atrevo a especular que es posible que aquellas pequeñas comunidades que compartan cercanía geográfica puedan regresar a fomentar pequeñas comunidades de comercio, decentralizando de manera aún más agresiva la Internet que algunos de nosotros vimos crecer y desarrollarse en lo que es hoy; y lo mejor, sin publicidad.

Quizás bots especializados en fomentar y recopilar toda la información de estas pequeñas comunidades se popularicen, pues quizás el texto siga siendo el medio de comunicación más popular. Aunque, no puedo negar, que preferiría que creáramos tecnología que olvida donde el tiempo indulta quienes fuimos y qué hicimos.

Así, esa promesa de la gran aldea global se rompe y permite ver con esperanza un futuro más privado, decentralizado y en consecuencia, humano. Un futuro donde las entidades privadas centralizadoras se vuelven casi irrelevantes pues su desidia por la privacidad de todos y su exclusiva orientación al lucro finalmente nos cansa. Un futuro con innumerables pequeñas aldeas ocultas, difíciles de encontrar o pertenecer, donde se puede encontrar valor como en la era cámbrica de Internet. Un futuro donde la regulación se ve limitada por el acceso y el conocimiento de qué aldeas existen y quiénes son sus habitantes.

Un futuro donde los valores culturales, morales y éticos se ven reducidos al alcance de esa pequeña aldea, donde sus habitantes pueden pertenecer a una o muchas aldeas simultáneamente, permitiendonos ser más de una persona y quizás fomentando mayor diversidad a través de esa pluralidad del ser. Quizás ser más de uno nos permita explorar quiénes somos de manera más abierta y segura, teniendo sitios exclusivos de encuentro donde encontramos a más como yo, bajo la premisa de la privacidad que solo estas pequeñas aldeas permite, ocultas de todos.

Un futuro donde ser olvidados se resignifique pues ser olvidado es dejar de ser activo en una aldea y, entendiendo que somos uno diferente en cada aldea, sea casi imposible relacionar la multitud de yo que seremos gracias a la privacidad de cada una de las aldeas a las que perteneceremos.

Un futuro más humano pues nuestra irrelevancia, nuestra imperfección, nuestro limitado tiempo, nuestra biológicamente restringida capacidad de atención, encuentren mejor asidero en lo pequeño, simple, impermanente y con una nueva definición de “autentico”.





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